La tecnología del botijo
Nunca me he considerado muy hábil con el manejo de las maquinitas. Ordenadores, cámaras digitales, DVDs y demás aparatillos suelen darme más de un dolor de cabeza y una desagradable sensación de inutilidad total. Para una persona como yo a la que le suele gustar tener las cosas bajo control, encontrarse en manos de un puñado de cables, bits y conexiones indomables no resulta nada fácil. Y menos en días como hoy en los que esos "adorables" artilugios parecen ponerse de acuerdo para darte el día.
Después de una semana trabajando en un catálogo que debía preparar para mi trabajo, no me queda otro remedio que confiar todo mi esfuerzo a un delicado CD en el que grabé todos los datos. Con el disco en la mano me trasladé esta mañana a la oficina con la satisfacción reflejada en mi rostro por un trabajo terminado y bien hecho. Pero ese entusiasmo pronto se tornó en frustración cuando al intentar abrir el CD en el portátil no me permitió acceder a ninguno de los datos que tenía guardados. No me lo podía creer. Intento entonces mandar un mail para avisar a mis jefes y compañeros del retraso que iba a producir este incidente pero la red desde central se queda totalmente muerta así que no tenemos conexión. Decido entonces ir a tomarme un café para respirar hondo y no caer en la tentación de ponerme a gritar.
De regreso a casa, me tiro derrotada en el sofa con la única intención de vegetar un rato viendo cualquier cosa intrascendente en la tele. El sonido que emitió al encenderla me hizo tener un mal presagio que duró justo los segundos previos al momento en que la imagen desapareciera de la pantalla para siempre. No es que sea una teleadicta compulsiva pero desde hace tiempo tengo la tendencia de encender el televisor cuando llego a casa simplemente por sentir algo de compañía, por evitar el silencio que, cuando no es deseado, no me hace ninguna gracia. Y se hizo el silencio.
Me quedé un rato mirando la pantalla inerte y volvió a mi cabeza una pregunta que ya me había rondado en alguna ocasión: ¿realmente todos estos desarrollos de la tecnología suponen un avance o simplemente es una confabulación para hacernos la vida imposible?. ¿No serían más felices nuestros abuelos con la aparentemente simple pero sabia tecnología del botijo?
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