¿Entiendes?
Esto de Internet es una cosa de lo más curiosa. Ya no lo digo por la posibilidad de contactar con gente que puede estar a kilómetros de distancia, ni por esas páginas de contactos tipo Meetic o Match de las que tengo pensado escribir pronto. El caso es que te puedes encontrar en situaciones de lo más peculiar y, como no, en un capítulo más de mi vida como Mr. Bean, me ha tocado experimentar.
Estaba en la ofi terminando de hacer unas cosas, con esa sensación maravillosa de "¡por fin es viernes!". Abri el messenger para mandarle unas notas a uno de los compañeros que trabaja conmigo desde Cantabria cuando veo una ventana de aviso que solicita mi confirmación ya que un usuario quiere contactar conmigo. Me sorprendió y acepté movida por la curiosidad (algo tan innato en mi, no lo puedo evitar). Se inicia entonces la conversación normal con la ventana del messenger y ese misterioso contacto me dice: "hola, me llamo S" (omitiré el nombre real como en todo lo que escribo). Era una chica. Al principio pensé que podía ser alguna de mis antiguas alumnas que, al ver mi perfil, me había reconocido. Le pregunté que quién era. Me dijo que había visto el perfil que había abierto al inscribirme en el messenger y que se había decidido a ponerse en contacto conmigo. Intentando ser lo más amable posible, le digo que no tengo idea de quien es. Y entonces salta la bomba. Me dice: "Mira, sinceramente, es que he visto tu perfil en un grupo de páginas de internet .... PARA LESBIANAS".
La cara que me quedó en ese momento tuvo que ser digna de foto. Hombre, es cierto que hasta la fecha no he tenido mucha suerte con mis relaciones sentimentales pero aún no me ha dado por cambiar mi orientación sexual. Mis compañeros me preguntaron que qué me pasaba porque me había quedado con los ojos muy abiertos mirando la pantalla. Aún a riesgo del consabido cachondeo, se lo conté. Carcajada general, claro.
En ese intervalo de tiempo, S volvió a escribir diciendo si yo seguía allí. Le digo que sí e intento explicar la situación. "Mira, S. Creo que hay una confusión. Primero porque no soy lesbiana y segundo porque no tengo ni la menor idea de cómo ha ido a parar mi perfil a una página de contactos para lesbianas". Se crea entonces un momento algo embarazoso que yo intento salvar con naturalidad. Intentaba que no se sintiera incómoda y después de tranquilizarla y decirle que no pasaba nada, le desée mucha suerte con su búsqueda. Empezó entonces un diálogo para besugos en el que yo intentaba despedirme con toda la cordialidad de la que era capaz en ese momento y ella se salía por la tangente haciendo caso omiso de mis intentos. A mis frases de "bueno, chica, voy a tener que dejar la conversación porque estoy trabajando" ella contraatacaba con "eres muy guapa, me gustaría conocer chicas como tú". Y al final, la guinda. "¿Qué talla usas?"- me pregunta. Mira tú por donde. Lo que yo consideraba la mayor preocupación de los hombres respecto a las mujeres, resulta que también parecía ser la de S. Antes de que me diera tiempo a reaccionar, me dice "yo, una 100". No sé lo que pretendía con esta observación pero desde luego fue el final de la conversación. Eso sí, no pude evitar una mirada compungida hacia mi pecho y pensar " bueno, hijas, que no os desanime esto, que tanto peso debe de ser malísimo para la espalda".